sábado, 17 de febrero de 2007

María Elena Moyano ¿alguna lección?

Una semana llena de trivialidades políticas y la ansiedad de San Valentín han permitido que pase casi inadvertido un aniversario más del asesinato de María Elena Moyano por parte de Sendero Luminoso, el 15 de febrero de 1992.

Fue y es para los que la recuerdan, un personaje controversial. Lideresa de la Izquierda Unida y de la organización de mujeres de Villa El Salvador. Acusada de corrupción y de traficar con los recursos de la FEPOMUVES. Acusada también de ser conflictiva y como dirigente del PUM, de no dejar espacio al resto de partidos de izquierda en VES. Una de las pocas personas que en los barrios populares se enfrentó a Sendero directamente.

Su recuerdo también se ha desgastado en el espejo gris de su hermana, Martha Moyano, fujimorista, que trafica cada vez que puede con su nombre.

¿Puede tener sentido recordar las circunstancias políticas de su muerte? Tal vez. Han pasado 15 años pero pareciera que tantos errores, críticos errores, no han merecido aún la debida reflexión, la asunción de responsabilidades, la crítica y el diálogo creativo. Y cada quien vive encerrado en su pequeña chacra, señor de sus lechugas, peón de sus ideas brillantes.

Este es un breve extracto del estudio de Marie Jo Burt, publicado en 1999 en el conjunto de ensayos editado por Steve Stern "Los senderso insólitos del Perú" e incluido en 2003 por la Comisión de la Verdad y Reconciliación para sus historias representativas de la violencia.

"Pero para los que estaban en el municipio, la relación con Sendero era claro. María Elena Moyano decidió que el momento había llegado para desafiar a Sendero Luminoso de manera directa. Sendero había decretado un paro armado en Lima para el día siguiente, el 14 de febrero; Moyano planteó que Villa y sus organizaciones debían protestar contra el paro en una manifestación pública, la ‘Marcha por la Paz', el mismo día. Muchos activistas declinaron participar por temor a la represalia por parte de Sendero. A su vez, otros grupos de izquierda también se rehusaron a participar, citando la necesidad de mantener sus propios “perfiles” en el distrito, reflejando otra vez el legado de la división de la izquierda. Como dijo Michel Azcueta en una carta publicada a dos días de la muerte de María Elena Moyano:

Llevamos más de una semana María Elena [Moyano], Yoni [Rodríguez], [José] Polo y yo hablando claro sobre sus intenciones de Sendero en Villa El Salvador y sobre las amenazas continuas—lamentablemente confirmadas—contra nuestras vidas. Lo hemos hecho público una y otra vez por todos los medios posibles. Nadie dijo nada. Al contrario, y lo digo sin ningún tipo de odio personal sino pensando en el futuro, el mismo domingo, a la mañana María Elena pidió al PUM que apoyara una acción unitaria en el Parque Industrial, ante la evaluación de los planes de Sendero. ¿Cúal fue la evaluación del PUM? ‘No, pues tenemos que fortalecer nuestro perfil propio'. Respuesta textual dicha a la propia María Elena. Los resultados ya se conocen. [N]i el PUM, ni el PC, ni mucho menos, la UDP o el Bloque [Revolucionario] apoyaron la ‘ Marcha por la Paz', importante acto simbólico en el mismo día del paro.

La marcha se realizó, pero sólo participaron unas 50 personas, portando banderas blancas en símbolo de la paz.
Ese mismo día, el 14 de febrero de 1992, un paquete de 500 gramos de dinamita fue colocado en la puerta de la casa del ex-alcalde del distrito, Michel Azcueta (47); no hubieron heridos ni muertos pero el mensaje estaba clara: Sendero tenía la dirigencia de Villa El Salvador en la mira. Efectivamente, el día siguiente, el 15 de febrero de 1992, un comando de aniquilamiento senderista asesinó a María Elena Moyano a balazos en una pollada en el primer sector del distrito. Después de matarla, llevaron su cuerpo a la puerta del local comunal y le colocaron una carga explosiva de unos cinco kilos de dinamita que destrozó el cuerpo de la dirigenta".

José Carlos Agüero

Iprodes

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